...Quiero rendir homenaje públicamente a todos aquellos que, en silencio, sin palabras pero con hechos, se esfuerzan por practicar esta ley evangélica del amor, que saca adelante al mundo. Son tantos, incluso aquí, en Roma, y pocas veces hacen noticia. Hombres y mujeres de todas las edades, que han comprendido que no sirve de nada condenar, quejarse, echar la culpa, sino que es mejor responder al mal con el bien. Esto es lo que cambia la realidad; o mejor dicho, cambia a las personas, por consiguiente, mejora la sociedad...
8.XII.10
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