lunes, 29 de noviembre de 2010

optimismo


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Hemos dicho que hay que tener una lealtad primordial a la vida. Pero la cuestión es esta: ¿ha de ser una lealtad razonable o irracional?. Porque sucede algo extraño, y es que el mal optimismo, ese que quiere blanquear y defender con disimulos los defectos del mundo, coincide aquí con el optimismo razonable. El optimismo razonable conduce al estancamiento, así como el irracional conduce a la reforma. Me explicaré: el hombre de quien puede esperarse que arruinará las cosas que ama es precisamente el que las ama por alguna razón. Aquél de quien puede esperarse que las mejore es el que las ama sin razón...

1 comentario:

  1. Después de leer estas palabras de Chesterton efectivamente me planteo: ¿optimismo o mejor... lealtad?. Ocupémonos más de ver como estamos de lealtad, que será ésta la virtud que nos dará el carácter y la actitud ante la vida más auténtica, más veraz; ese optimismo irracional, por generoso y nada egoísta, que sin embargo nos conquista alegría, serenidad y seguridad. Lealtad a la familia, a la sociedad en que vivimos a través de nuestras relaciones más comunes y ordinarias, a la patria en la que forjamos buena parte de nuestra identidad, lealtad al mundo y a la vida, y lealtad con Dios que siempre es fiel a su palabra creadora. ¿ Y como podemos vivir esta virtud esencial?, aprendiendo a amar y amando todo aquello que en justicia nos demanda esta lealtad.
    Creo que efectivamente la vida es milicia, y lo es en las virtudes que esencialmente han configurado siempre a la milicia (al menos a la milicia que yo conocí): la vida es lucha, orden, disciplina, valor, espíritu de servicio, amor al sacrificio, austeridad, generosidad, y todo ello por lealtad. Así se configura el buen vivir, un vivir con sentido y a pesar de lo que se pueda creer... definitivamente feliz.

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