lunes, 7 de marzo de 2011

Eugenio D'Ors


Ineptitud para el diálogo: ¿queréis más terrible causa que ésta, de esterilidad intelectual? A mí me parece que sin diálogo —sin diálogo interior, al menos— jamás el pensamiento, el pensamiento propiamente dicho, puede nacer. Y aun, en general, me fío poco de que realmente piense el hombre solitario y poco amoroso que se encierra para pensar. Si alguien lleva más de un par de horas en una habitación, es decir, el tiempo de que los rastros de acción y de palabra se hayan en él extinguido, y si al cabo de aquel tiempo le sorprendéis como le dejasteis, en la misma postura sin leer ni escribir, y con la frente apoyada en la palma de la mano, creedme: podéis dar un margen piadoso a la posibilidad de que vuestro hombre medite aún. . . Pero lo más probable es que duerma.

Diálogo

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