
¡La ciudad somos todos nosotros! Cada quien contribuye a su vida y a su clima moral, para el bien o para el mal. En el corazón de cada uno de nosotros pasa la frontera entre el bien y el mal y ninguno de nosotros debe sentirse con el derecho de juzgar a los demás, sino que más bien cada uno debe sentir el deber de mejorarse a sí mismo. Los medios de comunicación tienden a hacer que siempre nos sintamos "espectadores", como si el mal sólo afectara a los demás, a ciertos eventos que a nosotros no podrían sucedernos nunca. Sin embargo, todos somos "actores" y, tanto en el mal como en el bien, nuestro comportamiento tiene una influencia sobre los demás.
Muy bien dicho. Nos cuesta tanto tomar conciencia de eso
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