domingo, 27 de octubre de 2013

el misterio y lo temporal



         Jean Guitton describe a su madre como una mujer alta, dulce y severa al mismo tiempo, que nunca fue a la escuela ni a la universidad, pero que se hallaba en posesión de una sabiduría asombrosa. A Guitton le gustaba observarla escuchando el silencio de los campos, silenciosa ella también y de gran piedad. Leía mucho y le encantaba alternar la vida del espíritu con el trabajo manual. Nuestro pensador señala la deuda que contrajo con ella: le enseñó a no separar la vida de la inteligencia de la vida del alma y el resultado fue que el hijo eligiera «no el absurdo ni la nada, sino el misterio». (p.8)


          Esa alternancia que se nos presenta en la vida entre lo necesario y lo superfluo es un verdadero problema que hemos de resolver y en el cual nos va la vida: distinguir lo esencial de lo accidental y por ese camino llegar a lo temporal y a lo eterno. (p.6)

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