Me
acuerdo de que, paseando una vez con un acomodado publicista por los barrios de
la ciudad, me hizo una observación que muchas veces había oído (…) y al
escuchar una vez más la famosa observación, descubrí que era una sandez.
Hablamos de cierto sujeto y mi publicista observó: "Ese hombre llegará, porque cree en sí mismo (...) Y le contesté: ¿quiere que le diga a usted donde se
encuentran los que creen más en sí mismos? Pues voy a decírselo: yo sé de hombres que confían
en sus propias fuerzas mucho más que Napoleón y César; yo sé dónde lucen las
estrellas fijas de la seguridad del éxito, y si usted quiere puedo conducirle
al trono de los superhombres. Los que creen de verdad en sí mismos están en los
asilos de lunáticos.
(... de Ortodoxia ...)
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