El cultivo
del gusto estético forma parte de una educación humana. Quizá no sea lo más
importante, pero, sin lugar a dudas, es importante. Haber aprendido a saborear
la belleza, es un tesoro. Tener
sensibilidad para descubrirla y para disfrutarla, nos ayuda a vivir a otra altura,
nos da fuerzas para sobrellevar los momentos bajos y oscuros, ensancha nuestro
espíritu y nos abre nuevos horizontes de humanidad.
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