domingo, 12 de julio de 2009

Reconocer los propios errores

En un corazón podrido por las pasiones hay siempre razones ocultas para encontrar falso lo verdadero; del fondo de la naturaleza desviada se elevan brumas que oscurecen la inteligencia. Nos convencemos fácilmente de lo que queremos y cuando el corazón se entrega a la seducción del placer, la razón se abandona en brazos de la falsedad que justifica
Cicerón
(De natura deorum, I, 54)

Es "curioso" que esto lo diga un pagano. Más que curioso es conocer la naturaleza humana, la "herida" de esa naturaleza, la necesidad -espiritual, psicológica, humana, social ...- de pedir perdón

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