lunes, 18 de agosto de 2014
¿por qué permanezco en la Iglesia?
Eso le preguntaban al Cardenal Ratzinger, y responde interpelando a la lucha personal de cada uno contra su principal enemigo, que no es otro que él mismo
Cuando la reforma es arrancada de este contexto, del esfuerzo y el deseo de conversión, cuando se espera la salvación solamente del cambio de los demás, de la trasformación de las estructuras, de formas siempre nuevas de adaptación a los tiempos, quizá se llegue de momento a cierta utilidad inmediata, pero en el conjunto la reforma se convierte en una caricatura de sí misma, capaz de cambiar únicamente las realidades secundarias y menos importantes de la iglesia. No es de extrañarse por tanto que la misma iglesia aparezca en definitiva como algo secundario. ....
¿puede haber alguien tan reaccionario que acepte literalmente la afirmación «él ha resucitado»? De este modo lo que para uno sólo es progreso, es para otro increencia y lo que antes era inconcebible, es hoy algo normal; personas que desde hace tiempo habían abandonado el credo de la iglesia, se consideran de buena fe como auténticos cristianos progresistas.
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