domingo, 9 de octubre de 2011
mujeres
Acaso el mejor ejemplo, por más cotidiano, es el que nos dan las mujeres, con su extraña y enérgica lealtad. No han faltado imbéciles que se atrevan a acusar a la mujer de completa ceguera porque defiende siempre a los suyos sobre todo. Parecen no haber visto una mujer en su vida. Las mismas que están siempre dispuestas a defender a sus hombres contra viento y marea, son, en su trato personal con el hombre, de una lucidez casi morbosa respecto a la fragilidad de nuestras excusas o a las debilidades de nuestro espíritu. Un amigo puede querer mucho a un amigo, pero lo deja tal como es; la mujer, en cambio, ama a su hombre, y siempre está procurando transformarlo en otro... El amor no es ciego: todo será menos ciego. Es tenaz, y cuanto más tenaz, menos ciego.”
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