Entro
en la fe con la soberbia de los años de mi sueño, y todo se me vuelve maquinar
vanaglorias en ella, haciendo que Dios me sirva y no que sirva yo á El. Pensaba
en los conversos célebres y en las vanidades de un catolicismo de relumbrón.
Pido á Dios que me despoje de mí mismo.
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