Escribe
Isak Dinesen en Ehrengard
Las flores del castaño se sostienen
derechas como cirios de altar. Las flores de la lila parecen precipitarse en
todas las direcciones desde el tallo y las ramas, convirtiendo el arbusto
entero en un exuberante ramo, las flores del codeso caen como dorados
carámbanos estivales contra el pálido aire azul. Pero las flores del espino se
extienden por las ramas como ligeras capas de nieve blanca y rosada. Tal
variedad infinita no puede en modo alguno necesitarla la economía de la
Naturaleza, habrá de ser por fuerza la manifestación de un espíritu universal:
inventivo, vivaz y juguetón en exceso, incapaz de contener sus festivos
torrentes de felicidad. En verdad: Domine, non sum dignus. (p.77).
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